Nunca debe iniciarse el Camino con calzado por estrenar
Recomendaciones para mantener el estado físico y la salud
Cuidados básicos de los pies
La limpieza de la piel y el uso de una crema antifatiga son fundamentales. Los calcetines, preferentemente de algodón y sin costuras.

El peregrino caminante ha de prestar especial atención y cuidado a los pies. Es fundamental mantener una higiene correcta, de ahí que si no se puede tomar una ducha diaria, habrá que lavar los pies con agua o, en caso de no tener acceso a ella, frotarlos suavemente con toallitas de limpieza de la piel y con una crema antifatiga que los refresque. Debe mantenerse una actitud preventiva en el cuidado de los pies. Así, se aplicará vaselina diariamente antes de iniciar la marcha, evitando la aparición de ampollas. Las zonas más sensibles y proclives a sufrir daños son la planta, los talones y los espacios interdigitales, por lo que la adecuación del calzado a la actividad que se va a desarrollar es fundamental y, además, debe ser un calzado ya usado previamente, amoldado a nuestro pie. Nunca debe iniciarse el Camino con calzado por estrenar.
Debe mantenerse una actitud preventiva en el cuidado de los pies. Aplicaremos vaselina diariamente antes de iniciar la marcha para evitar la aparición de ampollas. Las zonas más sensibles y proclives a sufrir daños son la planta, los talones y los espacios interdigitales
Para evitar rozaduras debe prestarse atención también a los calcetines, que preferiblemente serán de algodón y sin costuras. En el caso de utilizar botas, además de los de algodón se podrá poner otro par de lana. Es muy importante mantener estas prendas limpias y lavarlas frecuentemente en la medida que se pueda.
Las características de la etapa o el estado del tiempo a veces hacen necesario refrescar los pies con más frecuencia, para lo que se pueden aprovechar las pequeñas paradas o descansos y buscar fuentes o riachuelos en los que lavarlos. Pero si es importante refrescarlos, tanto o más será secarlos concienzudamente, preferiblemente al aire, ya que el exceso de humedad puede generar la aparición de micosis, colonización por hongos, conocida popularmente como “pie de atleta”.
Para tratar los pies dañados con ampollas es fundamental no eliminar nunca la piel, ya que esta servirá de protección y ayudará a curar y regenerar la zona lastimada. Debe irse equipado con agujas hipodérmicas, con las que se pincharán las ampollas por uno o dos puntos para favorecer el drenaje total. Una vez vacía se colocará un apósito de gelatina de dimensión adecuada al tamaño de la ampolla y sobre este, una tirita. Estas curas han de retirarse siempre antes de lavar los pies, para que una vez se hayan secado convenientemente se aplique un nuevo apósito. La cura se repetirá también al día siguiente, antes de retomar la marcha. Si se vuelve a formar la ampolla, se pinchará nuevamente para extraer el líquido.
Si apareciesen grietas entre los dedos de los pies, que a veces pueden producir comezón y dolor, estaríamos ante la anteriormente citada micosis. Para tratarla es fundamental la corrección en la higiene y un secado minucioso, pero además se consultará al médico o farmacéutico, que recomendarán el empleo de un fármaco antimicótico en atomizador o espray. Para este caso no se recomienda el uso de pomadas o cremas por cuenta propia, porque podrían humedecer más la zona y favorecer la proliferación de los hongos, agravando sustancialmente el problema. La operación ha de repetirse tras cada lavado, antes de iniciar la jornada y al finalizarla.
El calzado y la importancia de los calcetines
El calzado debe ser cómodo y adaptado ya a nuestro pie, es decir, ya usado.
El calzado debe ser cómodo y adaptado ya a nuestro pie, es decir, ya usado. Un calzado nuevo y recio acabaría por lastimarnos en cuanto iniciásemos la caminata. Es preferible el uso de botas de trekking o montaña, pero dependiendo de las condiciones climatológicas puede usarse otro tipo de calzado que sea específico para caminar.
Los calcetines de algodón sin costuras son perfectos para las zapatillas deportivas. También se pueden usar con botas, siempre que empleemos otros de lana por encima. Estas prendas deben mantenerse lo más limpias posible
Pueden emplearse zapatillas deportivas, pero es conveniente un calzado que sujete más el pie y evite lesiones en el tobillo. Las botas son recomendables precisamente porque sujetan mejor el tobillo, deben sujetar sin presionar, por lo que se optará por modelos que presenten rebajada la caña por la parte posterior. Las suelas deben ser duras y sin amortiguación en el talón.
Con zapatilla deportiva se emplearán calcetines de algodón sin costuras, que también se pueden usar con botas, pero si empleamos por encima otros de lana. Deben mantenerse lo más limpios posible. Aprovecharemos las paradas en los albergues para lavarlos, secarlos convenientemente y mudarlos.
El peso de la mochila
La mochila debe ser cómoda, fácilmente adaptable y ligera.
La mochila debe ser cómoda, fácilmente adaptable y ligera. Existen en el mercado mochilas anatómicas, dotadas de correas para su sujeción a la cintura o a las caderas y al pecho. Suelen tener bolsillos laterales y superiores que facilitan el almacenamiento y la accesibilidad a elementos de uso frecuente.
Una mochila correctamente cargada para este tipo de actividad no debe sobrepasar los 10 kg de peso
Una mochila correctamente cargada para este tipo de actividad no debe sobrepasar los 10 kg de peso. Cuando se adquiera la mochila deberemos observar asimismo que presente sistemas de protección en las correas para impedir las rozaduras en la piel. Hay que tener en cuenta que permaneceremos mucho tiempo con ella a cuestas en movimiento continuo.
Botiquín del peregrino
Nuestro pequeño botiquín deberá contener lo indispensable para el cuidado de los pies y la protección de la piel.

Para el tratamiento y cura de los pies dañados habrá que llevar un pequeño botiquín con lo indispensable: agujas hipodérmicas, apósitos de gelatina, tiritas, vendas y bandas elásticas adhesivas y unas tijeras pequeñas. Durante las etapas del Camino estaremos expuestos a todo tipo de condiciones meteorológicas. Por lo tanto, no debemos olvidar la protección de la piel en cara y brazos o las zonas del cuerpo que estén en contacto directo con el aire y el sol. Es imprescindible una adecuada protección solar y también el uso complementario de cremas hidratantes.
Para el tratamiento y cura de los pies dañados habrá que llevar un pequeño botiquín con lo indispensable: agujas hipodérmicas, apósitos de gelatina, tiritas, vendas y bandas elásticas adhesivas
Como complemento a nuestro botiquín, y si el espacio nos lo permite, podemos añadir una crema antiinflamatoria, aspirina o paracetamol, y algún antiácido para el estómago, por si alguna comida nos sienta mal.
Conviene recordar que el cuidado de los pies y el calzado es fundamental para evitar lesiones. Se optará preferiblemente por botas de trekking o montaña, de las que existen también modelos adaptados al verano, en caso de realizar el Camino en temporada estival. El calzado debe adaptarse bien al pie, sujetar sin presión y con cierta flexibilidad, y ser ligero, impermeable y transpirable. La suela debe ser dura y apta para caminar por terrenos irregulares.
Al igual que el calzado, los calcetines deben evitar lesiones, por lo que se emplearán los de algodón sin costuras. Para descansar en los momentos de parada, pueden emplearse zapatillas o sandalias ligeras que ayuden a airear, refrescar y relajar los pies, sobre todo si están lastimados.
Recomendaciones sobre la alimentación
Las comidas deben ser poco copiosas y adecuadas al ejercicio que se va a desarrollar.

Las comidas deben ser poco copiosas y adecuadas al ejercicio que se va a desarrollar. Es fundamental el desayuno, ya que es la ingesta previa a iniciar la marcha cada jornada. Deben tomarse alimentos que aporten energía sin cargar el estómago, ya que se haría muy dificultoso después el caminar. Se tomará preferiblemente alimento con aportes importantes de hidratos de carbono, como pasta, cereales, frutos secos, etc. Para la cena optaremos por alimentos variados, preferiblemente platos calientes, y lo haremos a una hora temprana para evitar que el sueño llegue en plena digestión.
Los alimentos con aportes importantes de hidratos de carbono son prioritarios. También es fundamental una buena hidratación. Debemos tomar líquidos, antes, durante y después de la caminata, alrededor de 2 litros de agua al día
Además de la correcta ingesta de alimentos es fundamental una buena hidratación. Debemos tomar líquidos, antes, durante y después de la caminata, alrededor de dos litros de agua al día. Estos dos litros se distribuirán equilibradamente: en torno a dos horas antes de iniciar cada etapa es recomendable tomar tres vasos de agua, y un cuarto de hora antes, otros dos vasos. Durante la caminata debe intentarse beber aproximadamente un vaso cada cuarenta minutos.
No debe esperarse a estar sediento para tomar agua, una buena hidratación previene problemas musculares, como la aparición de dolorosos calambres. Nunca ha de rebasarse la barrera de los 15 km sin tomar agua. Por ello iremos siempre acompañados de un botellín de agua o bebidas isotónicas, que ayuden a reponer las sales minerales. Así, e introduciendo puntualmente pequeños aportes energéticos, como glúcidos de rápida absorción, combatiremos la fatiga.
Otra cuestión importante es extremar el cuidado si bebemos agua no embotellada en las paradas que realicemos. Debemos evitar la ingesta de agua procedente de arroyos, manantiales o fuentes de las que no se tenga total certeza de su potabilidad.
Cómo recuperarse físicamente entre etapas
Los descansos no deben prolongarse en exceso.
Durante las paradas puntuales que se hagan a lo largo de la caminata se aprovechará para beber y comer algo en cantidades pequeñas, pero suficientes para reponer fuerzas. Para aliviar el cansancio y la tensión de las extremidades inferiores, sobre todo de los pies, podremos aflojar ligeramente el calzado y reposar con los pies en alto.
Durante las paradas puntuales que se hagan a lo largo de la caminata se aprovechará para beber y comer algo en cantidades pequeñas, pero suficientes para reponer fuerzas
Si realizamos el Camino en verano será preciso buscar lugares resguardados del pleno sol para descansar. Estos descansos no deben prolongarse en exceso, si vamos andando se recomienda 5 ó 10 minutos de parada como máximo, en bicicleta serán poco frecuentes, de corta duración y siempre fuera de la carretera y del arcén, como precaución básica.
Si configuramos nuestra etapa en dos sesiones, entre una y otra se realizará una parada más extensa en duración dedicada a comer y a recuperar las fuerzas.