Vista aérea de Santiago, con el “pulmón verde” de la Alameda en primer término
Santiago en verde
Santiago de Compostela es una de las ciudades de la Península con más metros cuadrados de parques y jardines por habitante. Sorprendentes zonas verdes que tienen en la Alameda y su bosque de carballos (robles) su principal emblema.

Santiago es una ciudad verde. De las más verdes de la Península Ibérica. Su red de parques y jardines asombra al visitante. La Alameda es la primera y principal referencia. Un céntrico parque de 85.000 m2 con una enorme riqueza botánica, coronado por un bosque de carballos o robles, la Carballeira de Santa Susana.
Los amantes de la naturaleza cuentan con muchos atractivos. Una veintena de parques y jardines que son un verdadero cinturón verde. Los ríos Sar y Sarela, circundando la ciudad y, en lo alto, el monte Pedroso.
Camino abajo se abre el Campus Vida o Campus Sur (siempre animado por estudiantes y vecinos), que nos dirige a otro de los parajes más emblemáticos de Compostela, la Carballeira de San Lourenzo, ejemplares centenarios al pie del monasterio homónimo. Y siguiendo la propia ruta del Camino jacobeo a Fisterra y Muxía nos toparemos con las sendas del río Sarela, afluente del Sar. Varios kilómetros al suroeste de la ciudad.
Los amantes de la naturaleza cuentan con otros muchos atractivos. Una veintena de parques y jardines que son un verdadero cinturón verde. Entre ellos, el parque de San Domingos de Bonaval (un antiguo cementerio transformado por el arquitecto Álvaro Siza y la paisajista Isabel Aguirre); el Parque de Galeras y su prolongación en la Finca do Espiño (al pie del río Sarela); los jardines y la laguna alrededor del Auditorio de Galicia (denominados Parque Música en Compostela y Finca de Vistalegre); el Parque Eugenio Granell (este, en las márgenes del río Sar) o el Parque de Belvís (en una antigua zona de huertas, algunas hoy reactivadas).
A solo unos tres kilómetros de la catedral, el monte Pedroso vigila la ciudad desde su gran atalaya (que proporciona, por cierto, las mejores panorámicas). En su falda este, la Granxa do Xesto (con servicio de restauración y parque infantil) y, muy cerca, la Selva Negra (más indómita), dos de los grandes espacios de ocio en plena naturaleza. Kilómetros de sendas para caminar, correr, practicar bicicleta de montaña y respirar el aire más puro.
El último gran “pulmón” verde que incorporará la ciudad a inicios del 2016 es el llamado Bosque de Galicia, en el monte Gaiás, donde se ha construido la Cidade da Cultura. Varios kilómetros de senderos y la plantación de especies arbóreas autóctonas completan esta riqueza natural de excepción.